Las grandes marcas de lujo estadounidenses declaran la guerra a las falsificaciones: Meta y Alibaba en el centro de la polémica
Empresas icónicas como Nike, Tiffany & Co. y Ralph Lauren intensifican su ofensiva legal contra las plataformas digitales por facilitar la venta masiva de productos falsos.
El mercado de las falsificaciones, valorado en más de 500 mil millones de dólares a nivel mundial, ha encendido las alarmas de las principales marcas de lujo estadounidenses. Este año, gigantes como Nike, Tiffany & Co., Ralph Lauren, Michael Kors y Coach han tomado una postura más agresiva contra las plataformas digitales que, según alegan, facilitan la venta y distribución de productos falsos a escala global. El foco de esta ofensiva legal recae en dos colosos del comercio y la comunicación digital: Meta (matriz de Facebook e Instagram) y Alibaba, los cuales han sido señalados por su papel en el crecimiento del comercio ilícito en línea.
Las demandas, interpuestas en tribunales federales de Estados Unidos y apoyadas por asociaciones como la American Apparel & Footwear Association (AAFA), acusan a estas plataformas de permitir —y en algunos casos, ignorar deliberadamente— la comercialización de productos falsificados que utilizan los nombres, logotipos y diseños de marcas registradas. En el caso de Meta, las acusaciones apuntan directamente al uso de Instagram y Facebook Marketplace, donde se han detectado miles de publicaciones que ofrecen bolsos, joyas y zapatillas “réplica” o “inspiradas” en productos de lujo auténticos.
Por su parte, Alibaba Group, que controla la plataforma AliExpress, vuelve al centro del debate tras años de polémicas por el mismo motivo. A pesar de que la compañía china ha implementado sistemas de verificación y eliminación de contenido falso, las marcas argumentan que las medidas son insuficientes.
Un informe reciente del U.S. Trade Representative incluso volvió a incluir a AliExpress en la lista de “mercados notorios” por infringir derechos de propiedad intelectual.
Para las marcas, el problema va mucho más allá de la pérdida económica. “No se trata solo del dinero, sino de proteger la integridad y el valor de nuestras creaciones”, declaró un portavoz de Tiffany & Co. en un comunicado emitido desde Nueva York. Las falsificaciones, además de dañar las ventas, erosionan la confianza del consumidor y desvirtúan la narrativa del lujo, que se construye sobre la autenticidad y la exclusividad.
El impacto de las falsificaciones también se siente en los consumidores. En plataformas sociales, muchos compradores creen adquirir productos auténticos a precios reducidos, sin saber que están participando en una red ilegal que financia actividades delictivas. Según datos del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU., gran parte de las falsificaciones proviene de fábricas clandestinas en Asia, y su distribución está organizada por redes que operan con una estructura casi tan sofisticada como la del comercio formal.
Las marcas estadounidenses, conscientes de la dimensión del problema, están invirtiendo en nuevas herramientas tecnológicas para combatirlo. Blockchain, inteligencia artificial y sistemas de trazabilidad digital son algunas de las armas con las que buscan asegurar la autenticidad de sus productos desde el proceso de fabricación hasta el consumidor final.
Empresas como Nike ya implementan certificados digitales de autenticidad basados en NFT, mientras Coach y Michael Kors experimentan con microchips en sus productos para garantizar su procedencia.
Meta, por su parte, ha respondido asegurando que colabora activamente con las marcas para eliminar contenido fraudulento. En un comunicado reciente, la empresa afirmó que “eliminó más de 1.3 millones de publicaciones y cuentas en 2024 relacionadas con la venta de productos falsificados”. Sin embargo, los abogados de las marcas consideran que las acciones son reactivas y no preventivas, por lo que piden una regulación más estricta y mayor responsabilidad directa por parte de las plataformas.
La batalla legal y comercial apenas comienza, pero deja claro un mensaje: el lujo no se defiende solo con diseño, sino también con tecnología, transparencia y acción judicial.
En una era donde lo digital domina las compras, las marcas entienden que su prestigio depende de algo más que una etiqueta: de la confianza que el cliente deposita en su autenticidad.
El futuro del lujo pasa, inevitablemente, por el control del entorno digital. Y en esa guerra, las falsificaciones ya no son solo una amenaza económica, son un desafío cultural que redefine lo que significa ser original.