Moda en constante cambio ¿Evolución creativa o estrategia de consumo?
La moda es un ciclo sin fin. Lo que hoy es tendencia, mañana es obsoleto, y lo que alguna vez fue descartado como «pasado de moda» regresa con una nueva narrativa. Pero, ¿por qué la moda cambia a cada rato? ¿Es una evolución natural del estilo y la creatividad o simplemente una estrategia bien orquestada para alimentar el consumo sin freno?
La industria de la moda no solo vive del diseño y la innovación, sino también de la necesidad de vender. En la actualidad, las grandes firmas de lujo lanzan hasta seis colecciones al año, mientras que el fast fashion introduce nuevas prendas cada semana. La obsolescencia programada no solo se aplica a la tecnología, sino también a la ropa: las tendencias son efímeras para garantizar que sigamos comprando.
Las redes sociales han intensificado este fenómeno. Antes, la moda tenía ciclos de seis meses con las temporadas de primavera-verano y otoño-invierno. Ahora, plataformas como Instagram y TikTok imponen microtendencias que duran semanas o incluso días. ¿Alguien recuerda el furor por el «coquette aesthetic» o el regreso del «indie sleaze»? Todo parece pasajero.
Por un lado, este constante cambio impulsa la creatividad y permite que nuevos diseñadores encuentren su espacio. La moda se ha convertido en una conversación global, donde el street style y la alta costura se mezclan sin prejuicios. La diversidad de estilos actuales demuestra que ya no existe una sola regla de lo que es «correcto» vestir.
Sin embargo, también tiene su lado oscuro. La sobreproducción de ropa genera toneladas de desechos textiles al año, y la moda rápida es una de las industrias más contaminantes del planeta. La presión por adaptarse a las tendencias también impone un gasto económico para quienes buscan estar siempre «a la moda», sin mencionar el impacto psicológico de sentirse fuera de lugar cuando una estética se vuelve obsoleta en cuestión de meses.
Mientras algunos apuestan por la velocidad del cambio, otros buscan desacelerarlo. La moda sostenible, la revalorización del vintage y la creación de prendas atemporales son respuestas a esta vorágine de tendencias fugaces. Marcas de lujo como Bottega Veneta han eliminado sus redes sociales para enfocarse en la exclusividad de sus diseños, mientras que firmas emergentes proponen piezas hechas para durar.
La pregunta es: ¿seguiremos atrapados en el torbellino del cambio constante o aprenderemos a consumir moda de manera más consciente? Como siempre, la respuesta está en quienes deciden qué se pone y qué se deja atrás: nosotros.


