Por qué la moda global ya no puede vivir sin el talento latino
Por Jale Woods — Editor en Jefe
Los centros de poder de la moda han tenido códigos muy claros: París impone, Milán pule, Nueva York vende y Londres sacude. Pero en ese circuito aparentemente cerrado, algo ha cambiado silenciosamente —o mejor dicho, con fuerza y carácter—: la irrupción del talento latinoamericano.
Desde los talleres en Medellín y Ciudad de México hasta los nombres que hoy firman colecciones en Carolina Herrera, Loewe o Bottega Veneta, los creativos latinos han dejado de ser una promesa para convertirse en una necesidad urgente. Y lo que es más importante: ya no buscan adaptarse al sistema, sino reconfigurarlo.
No es una frase de cortesía, es una observación basada en hechos. El color, el ritmo, la artesanía, la visión conceptual, e incluso el tejido social que los diseñadores latinos han traído consigo, representan una bocanada de aire fresco (y rentable) para un sistema agotado entre algoritmos y reciclaje de ideas.
Marcas como Jacquemus, Chanel o Balmain han girado sus ojos hacia el sur para rescatar bordados tradicionales, materiales autóctonos y formas de producción sostenibles que llevan siglos perfeccionándose en países como Colombia, Perú, Ecuador o Guatemala.
Pero más allá del folklore o la estética exótica, lo que realmente han entendido es esto: el diseñador latino no está imitando, está reinterpretando. Y eso es justo lo que la industria necesita para seguir vigente.
¿Quiénes son esos nuevos referentes?
Jonathan Morales (No Name Studio) y Sánchez-Kane (México), Juan de la Paz (Bolivia), Sofia Tufvesson (Argentina), y Valeria Navarro (Chile) están empujando los límites del diseño desde sus países natales con proyecciones internacionales.
Diseñadores como Willy Chavarria (EE. UU./México) están siendo celebrados en Nueva York no solo por su estética, sino por su fuerte discurso identitario y político.
Esteban Cortázar, colombiano con base en París, sigue siendo uno de los nombres más influyentes en términos de fluidez cultural en la moda.
La industria no solo quiere inspiración latina, la necesita para sobrevivir al desgaste. Las colaboraciones entre marcas de lujo y artistas, artesanos o creativos latinos están en auge. Gucci, Dior y Louis Vuitton lo saben. Lo vemos en sus campañas, castings, y productos: una necesidad por diversificar y reconectar con algo más auténtico y emocional.
¿Y los consumidores? También. El mercado latinoamericano no solo está comprando más lujo que nunca (según Bain & Company, el gasto en moda premium creció un 12 % en la región en el último año), sino que también está definiendo qué es deseable, desde sus plataformas culturales hasta TikTok.
Lo latino no es una “moda” pasajera ni un recurso de temporada. Es una fuerza cultural expansiva, con raíces profundas y una mirada al futuro. Representa una generación que no pide permiso para ocupar espacios, sino que los diseña a su medida.
Y si algo nos ha enseñado la historia de la moda, es que quien marca el deseo, marca el ritmo del poder.
Susu
hace 1 mesme quedo con vogue, malo
Lindsey1546
hace 1 mesme puse a reflexionar mientras leia el articulo y que real razon, es asi!
Sofia
hace 1 mesasi es, consumamos local y apoyemos lo nuestro
María Pincay
hace 1 mestotal verdad, los gringos se adueñan de nuestras raices y costumbres y lo lucran apropiandose de ello, por eso hay que apoyar al talento local, gracias le muse magazine por hacer visible la problematica
Beatrice
hace 1 mesreal es, seguidora de su revista (Y)
Mason2804
hace 1 mesInteresante
Nikita
hace 1 mesAsi es, la moda esta en nuestras raices no en el exterior, gracias por el articulo
Dylan
hace 1 semanaexcelente, gracias por el articulo