Universo MOLA 2025 ¿Puede la moda ética convertirse en la nueva potencia creativa del continente?
La sostenibilidad ya no es solo una palabra que decora discursos de moda; es el pilar sobre el que se construye una nueva generación de diseñadores, narrativas y estilos de vida. Universo MOLA Fashion Week 2025 cerró su cuarta edición con un balance positivo y, más aún, con un mensaje claro: en nuestro territorio se está gestando una nueva visión de lo que significa crear, vestir y pertenecer.
Desde mi silla en la primera fila, en un ambiente donde el entusiasmo juvenil se mezclaba con el activismo ambiental, no pude evitar sentir esa sensación dual que me acompaña en muchos de estos eventos: orgullo por lo que se está haciendo y expectativa —a veces exigente— por lo que aún debe consolidarse.

MOLA no busca parecerse a las grandes capitales de la moda, y eso es exactamente lo que la hace relevante. Este evento no tiene necesidad de replicar Milán ni París: apuesta por su propia voz, por materiales autóctonos, procesos artesanales y una narrativa que pone al planeta y a las comunidades al frente del diseño.
El desfile de propuestas fue variado, desde marcas emergentes con propuestas textiles innovadoras hasta diseñadores consolidados que han convertido la moda ética en su bandera de batalla. La pasarela no solo mostró ropa: expuso propósito.
¿Moda o manifiesto?
El reto que enfrentan eventos como Universo MOLA está en no caer en la romantización de la sostenibilidad. No basta con que una prenda esté hecha con algodón orgánico si el diseño no comunica, si la construcción no es impecable o si el mensaje no conecta.
Como crítica, debo decir que algunas propuestas aún necesitan una curaduría más rigurosa. La sustentabilidad no debería ser excusa para ofrecer colecciones que no están listas para competir a escala internacional. La intención es admirable, pero la ejecución es lo que realmente construye industria.
Dicho esto, celebro profundamente la coherencia del evento: los paneles de discusión, las alianzas con universidades, la inclusión de voces indígenas, afrodescendientes y rurales, y el enfoque pedagógico que impregna cada jornada. MOLA no solo exhibe moda, la contextualiza. Y eso es un valor diferenciador que pocos fashion weeks pueden presumir.
El evento cerró con una promesa: crecer hacia nuevos territorios, abrir espacio a más talentos del continente y consolidarse como una plataforma de referencia para el diseño sostenible.
¿Estamos ante el nacimiento de un epicentro regional de moda ética? Es temprano para afirmarlo con rotundidad, pero lo que vi en esta edición me permite ser optimista. Hay creatividad, hay compromiso, y hay una red que se está fortaleciendo con inteligencia colectiva.
Como editora en jefe de Le Muse Magazine, me comprometo a seguir visibilizando estas plataformas con mirada crítica y constructiva. Universo MOLA tiene la energía para convertirse en un faro de referencia. Pero como todo movimiento que desea trascender, debe exigirse lo mismo que exige al sistema que quiere cambiar.
La moda, al final, no solo debe verse bien. Debe sostenerse, cuestionarse y evolucionar. Y ahí, Universo MOLA está empezando a escribir un capítulo que —con el tiempo— podría marcar una era.
Por Jale Woods – Editor en Jefe



