La moda no es vanidad, es poder, el estilo como arma silenciosa de quienes lideran
Durante años, la moda ha sido subestimada por quienes no logran comprender su verdadero impacto. Para muchos, se trata de frivolidad, de telas bonitas y tendencias pasajeras. Pero quienes conocemos la industria desde adentro —y quienes vivimos de ella— sabemos que la moda es una forma de poder. Silenciosa, estratégica, a veces subversiva. Pero nunca inocente.
Desde los trajes estructurados que Margaret Thatcher usaba como armadura política, hasta las capas icónicas de Rihanna en cada alfombra roja que pisa, la moda tiene la capacidad de comunicar jerarquía, presencia y autoridad sin decir una sola palabra. Y en un mundo donde la imagen precede a la conversación, eso lo es todo.
Lo he dicho antes y lo repito ahora: la moda no es solo estética, es narrativa. Cada pieza que usamos construye un relato personal y, a veces, político. Las mujeres que irrumpieron en espacios masculinizados lo sabían; no vestían para agradar, vestían para impactar. Desde los cuellos altos de Virginia Woolf hasta los abrigos oversize de las ejecutivas actuales, el mensaje ha sido claro: “Estoy aquí y no necesito tu aprobación”.
Incluso hoy, cuando las pasarelas se saturan de propuestas “genderless”, ese mismo discurso se resignifica: la moda se convierte en una herramienta de liberación, de expresión individual, pero también de resistencia frente a los moldes impuestos.
He visto de cerca cómo las diseñadoras y diseñadores emergentes se están apropiando de este discurso con fuerza. Las marcas ya no se limitan a crear ropa bonita: están creando símbolos. Desde las bordadoras andinas que reinterpretan trajes de gala con hilos de historia, hasta diseñadores urbanos que transforman la calle en pasarela con mensajes disruptivos.
El poder ya no está solo en París o Milán. El poder se está descentralizando y, en parte, es gracias a la moda como forma de manifestación cultural y política. Y esto no se logra solo con una colección bonita. Se logra con propósito.
Me preguntan a menudo cuál es el “secreto” para vestir con poder. La respuesta es incómoda para quienes buscan fórmulas: no hay una receta única. El verdadero poder en la moda proviene del autoconocimiento. De saber qué quieres proyectar y cómo quieres ser percibida.
Un blazer puede ser tu escudo. Un vestido de gala, tu manifiesto. Incluso un par de jeans puede ser una forma de resistencia, dependiendo de quién los use y cómo. La moda no dicta, sugiere. Y en esa sugerencia está su poder.
A quienes insisten en declarar que la moda ha perdido relevancia, les invito a observar con más atención. En cada protesta, en cada entrega de premios, en cada desfile alternativo, hay una carga política. Hay una estrategia visual. Hay un mensaje que está esperando ser leído.
No subestimen el poder de la moda. Porque mientras el mundo gira en caos, hay quienes siguen vistiéndose como líderes, como artistas, como visionarios. Y esos, casi siempre, son los que terminan marcando el rumbo.
— Jale Woods
Editor en Jefe, Le Muse Magazine




Paulina Alvarado
hace 6 mesesTotalmente de acuerdo, la moda va más allá de algo superficial. La moda es holística.
Paulina Alvarado
hace 6 mesesTotalmente de acuerdo, la moda va más allá de algo superficial. La moda es holística.